HAKOMI EN EVOLUCION I
por Ron Kurtz
El primer gran salto evolutivo en mi manera de practicar y enseñar psicoterapia fue dado por el uso de Mindfulness, lo que se produjo por dos cosas: mi largo interés por el yoga y el budismo, y por el uso del Darse Cuenta en la Terapia Gestáltica. Primero usé Mindfulness en la terapia como una manera de llevar a los consultantes a observar sus reacciones a ciertas frases que yo les ofrecía.
Pronto, el uso de Mindfulness me llevó a darme cuenta de la predominante importancia de la seguridad, la no violencia y el trabajo con y desde la experiencia. Establecer un ambiente seguro y una relación de apoyo y compasiva, se convirtió en mi prioridad. Esta idea condujo al Método Hakomi hacia la práctica de la Presencia Amorosa, estableciendo así al estado de la mente/corazón del terapeuta como el contexto más abarcativo del trabajo terapéutico. La relación sanadora y ese estado de la mente/corazón que dí en llamar Presencia Amorosa, son aspectos fundamentales del método. Junto con el uso de Mindfulness, el consultante necesita estar comprometido con el auto estudio y el auto descubrimiento. Para ir en esta dirección, uno de los trabajos del terapeuta es crear pequeños experimentos para traer las profundas estructuras de la mente del cliente hacia un darse cuenta consciente, a través de experiencias evocadas en Mindfulness.
El siguiente salto fue hacer foco en proveer cierto nutrimento emocional que llamé experiencia faltante, una vez que el consultante hubiera descubierto algo en relación con lo ocurrido para que esta experiencia no sucediera. La meta de la terapia cambió en dirección a ayudar a que el consultante empezara a recibir la clase de apoyo emocional que aún estando disponible en el mundo, el o ella no podían disponer para sí. La primera de estas experiencias de nutrición puede ocurrir con (y a veces desde) el terapeuta y también con otros que estén presentes. Con esto en mente, comencé a tener asistentes conmigo en las sesiones de terapia tan a menudo como podía.
El método puede ser visto como una serie de contextos anidados. El contexto más grande es el estado mental/emocional del terapeuta: Presencia Amorosa. Así el método resulta ser una práctica espiritual. Con cada consultante, en cada sesión, el/la terapeuta practica el estar presente desde esta particular calidad de presencia que llamamos Presencia Amorosa. Estando el/la terapeuta en Presencia Amorosa, la relación sanadora estará establecida. Dentro de la seguridad que ofrece la relación sanadora, el consultante es invitado llevar la atención a su experiencia, a la manera de Mindfulness. Los pequeños experimentos nos llevan a descubrimientos que revelan viejas ideas y patrones limitantes, permitiendo entonces nuevas y más experiencias nutricias.
Presencia Amorosa … la relación sanadora … Mindfulness … experimentos … descubrimientos … nuevas posibilidades de experiencias nutricias. El cambio general ha sido facilitado desde el terapeuta como un experto, como un amigo o un maestro espiritual y amoroso, un compañero en el auto descubrimiento.
El proceso terapéutico comienza con el descubrimiento de creencias limitantes y patrones de comportamiento. Luego continúa con a través del registro y la experiencia de al menos alguna nueva posibilidad de recibir nutrición. La sesión terapéutica finaliza con la integración somática, cuerpo-mente de esta nueva posibilidad y de la experiencia nutricia que lo hace posible.
(Extracto editado de un artículo escrito por Ron Kurtz en 2003).