EL AMOR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Para el hombre que intenta conocerse a sí mismo, el miedo es su primer obstáculo. Y este sea quizás uno de esos tiempos para el hombre y la humanidad entera. El virus aparece y toma la forma de todos los miedos.

Apreciar la belleza, enamorarnos, es la manera de convertirnos en la Presencia Amorosa que salva al mundo de la pandemia. Es la manera que propone Hakomi para acompañar las búsquedas más significativas de un hombre de conocimiento. La búsqueda de uno mismo. Hacer de este ejercicio una práctica, más allá de heroicas pretensiones, ha dado innumerables muestras de ser transformadora.

Es una capacidad olvidada, pero propia de todos los seres humanos. Así fue como, olvidado de ella, he salido a la calle sin siquiera llevar mi vista al cielo o a los árboles. Tan solo enfocado en el hacer o mejor dicho en aquello que había que hacer. Envuelto en pensamientos, ideas, imaginando, anticipando. Apenas un espiar al frío o a la lluvia posibles. Durante años me he perdido de maravillosas fuentes de inspiración, negándome así la posibilidad de influir en mi ánimo de maneras “mágicas”.

Porque esta es mi manera de entender hoy la magia y no es que alguna vez me hubiera interesado el tema. Es que esa magia simplemente ocurrió. Ocurrió el día en que descubrí Hakomi y entendí en un instante, el poder de esta síntesis a la que había llegado Ron Kurtz, el creador del método, al integrar ese estado de la mente más sereno y que llamamos mindfulness, con la atención al cuerpo y el ejercicio del autoestudio.  

Liberarnos de todos los miedos es aceptar al dios del amor como el supremo de todos los dioses. Es reconocer al miedo en su justa importancia sabiendo que es el amor el que reina. Entonces me ejercito en buscar inspiración en todo aquello que me rodea. Y la encuentro. Y me nutro. Y me enamoro. Y me libero del miedo.

Enrique Alberto Kistenmacher

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